jueves, 6 de abril de 2017

TESTIMONIO DE LAURA ORDÓÑEZ LLOPIS CON UN GRAVE PROBLEMA DE RODILLA TRAS ACCIDENTE.


Seguramente habréis escuchado la frase de…”en un segundo puede cambiarte la vida”. Pues bien ese segundo de mi vida pasó un 26 de junio de 2015, cuando tuve una caída desde una moto, una caída que lo cambió todo.
En ese accidente salí despedida de la moto y mi rodilla derecha impactó con el bordillo de la acera, me trasladaron en ambulancia a urgencias del hospital. Estando tendida en el suelo, tras la caída, sabía que algo grave me había pasado en la rodilla. Entrando por la puerta de urgencias, con un dolor insoportable que casi me hace perder el conocimiento vi y escuché a una sabia enfermera que dijo a sus compañeros: “la niña tiene un mesetazo” nunca olvidaré esas palabras ya que fue la persona que acertó en gran parte del diagnóstico. Me administraron medicación a través de la vía para poder aliviar el dolor, me hicieron radiografías y me mandaron a casa con una escayola desde la ingle hasta el tobillo. Me dijeron que no había nada óseo roto aunque la radiografía no se viera muy clara.
A los pocos días me hicieron una resonancia en la que aparece fractura de LCA, esguince de LLI, fractura de menisco, edema óseo, total que casi hago un completo. Tras esos resultados me quitaron la escayola y me inmovilizaron la pierna con la rodilla fija en 30º aproximadamente. Así pasé todo el verano en reposo, sin poder apoyar, perdiendo movilidad y musculatura. 
La primera intervención fue en septiembre de 2015 en la que vieron que efectivamente había tenido ese “mesetazo” que esa sabia enfermera me diagnosticó nada más verme la cara entrando por urgencias. Reconstruyeron el LCA, hicieron menisectomía, limpieza de adherencias que había creado durante el verano y liberaron la rodilla. A los cinco días de la intervención comienza otra de mis grandes pesadillas: la rehabilitación. Tras unos días en rehabilitación nos dimos cuenta que la rodilla volvía a quedarse rígida y no se podía movilizar. 
A las pocas semanas vuelvo a quirófano para hacerme otra artroscopia en la que limpian adherencias y me liberan la rodilla. Al día siguiente vuelvo a la rehabilitación, ya no podía soportarla más tras un largo mes en el que realizaban movilizaciones imposibles de una rodilla hecha un bloque en las que llegaba a marearme del dolor, mordiendo un pañuelo para que no me escucharan los gritos y llantos de dolor. Esa era la hora más eterna del día. 
Decidí dejar aquel tipo de rehabilitación que me estaba quitando las ganas de todo y de recuperarme. En el octubre de 2015 pedimos cita en Clínica Luis Baños. Allí me veía yo esperando a que Luis me atendiera, con más miedo que esperanza. Luis entró a la consulta con esa vitalidad y energía que le caracteriza, me dijo que confiara en él que todo se iba a arreglar. Tras reconocerme y tratar mi rodilla por primera vez me presentó a la fisio que iba a llevar mi caso, entonces vino Julia ¡mi salvadora! Que con toda la amabilidad del mundo comenzó a movilizarme la rodilla y a tratarla, lo más impactante para mí es que el dolor era perfectamente soportable. Me dio tanta confianza que me dejé llevar y así día tras día fuimos trabajando juntas, consiguiendo logros y viendo una evolución.
Hubo momentos muy emotivos para las dos, mis primeros pasos, las primeras pedaladas en la bici… aunque esta evolución se vió truncada por mis otros tres pasos más por quirófano. Pese a ello Julia nunca tiró la toalla, todo lo contrario, seguimos trabajando muy duro, ella se adaptó perfectamente a las necesidades de mi rodilla en cada etapa de la evolución. Luis me revisaba periódicamente, siguiendo muy de cerca mi trayectoria. 
He probado muchas técnicas y aparatos en la clínica que han ayudado a mi mejoría. La famosa Alter G me ha ayudado mucho a aprender a andar y a cargar poco a poco más peso en mi rodilla, pero personalmente como la terapia manual de mi fisio no hay nada, y lo digo porque a día de hoy, 18 meses después del accidente seguimos trabajando en la musculatura, en evitar todo lo posible los bloqueos que han aparecido, flexión, propiocepción… por supuesto ya con otros objetivos y metas enfocadas a una vida normal.
En todo este tiempo que llevo allí he tenido la oportunidad de conocer a todo el equipo que forma parte de Clínica Luis Baños. Desde mis chicas de la recepción, al equipo de osteópatas, todos los fisios por los que tengo muchísimos aprecio; con Salva he realizado sesiones de readaptación excelentes, en definitiva a todos los trabajadores del centro. Nombrando especialmente a Julia, mi compañera en este largo viaje. 
Sin más decir que realizar la rehabilitación en Clínica Luis Baños ha sido una decisión muy acertada.

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